Vengo regresando de una fiesta de PAIDEIOS; como extraño mi primaria, la primaria que me vio crecer, la que me dio las bases que yo tengo, la que llena mi mente de gratos recuerdos y tiempos amargos por extrañarla.
Escribo a esta hora por muchas cosas, una de ellas es para desahogarme: gritar que extraño mi niñez, que daría todo por volver el tiempo atrás, por volver a solo preocuparme por lo que jugaré en el descanso, por estar con ellos, los que eran mis amigos. Pero el tiempo es inclemente y fijo, no me perdona y sigue su camino.
Que escribo por no tener sueño, por la adrenalina y la alegría que se apoderaron de mi cuerpo, por todo y por nada.
¿Por qué destino tienes que cambiar a las personas? Mis fijas imágenes han sido profanadas por la verdad; será por eso que no capturé ninguna escena: para evitar la destrucción de mis recuerdos, o más bien para no sentirlos tan lejos.
Hoy presencié el crecimiento, nuevas experiencias de otros; vi muchas cosas, y no vi nada.
Me he prometido no perder contacto por más difícil que me resulte esta tarea.
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