martes, 25 de enero de 2011

Narraciones Ordinarias

Propóngome a narrar cosas de ayer, un día algo cambiante anímicamente....

Era la 1:45, apenas salía de mi casa -había quedado de ver a mi papá y a mi abuelo en el restaurante de los chinos a las 2:15- y llevaba prisa. Estando en el paradero de Taxqueña tuve la suerte (o tal vez el infortunio) de no hacer fila para abordar la "combi" del López Mateos. Durante el camino quise leer el libro que traía en mi morral -La Tabla de Flandes-, cosa que no me costó trabajo alguno: soy amante de la lectura, presto mi mente y mi cuerpo a situaciones ajenas, doy vida a los personajes y la trama se desarrolla libremente en mi interior. En pocas palabras, dejo de ser yo mismo para convertirme en lo que las páginas contienen.
No llevaba más de 10 minutos leyendo cuando de pronto el mundo de la novela se empezó a fracturar, ya que perdía la concentración, volvía a la realidad. Por más que intenté sumergirme en la narración de Pérez Reverte no lo conseguí: todo era culpa de la cumbia que  emergía de las bocinas impíamente, atolondrando mis oídos, así como mi mente.
 No crean que era payasada mía, todo el recorrido había sido acompañado por esa música y no tuve mayores complicaciones, sólo que ahora una nueva canción sonaba. Era una mujer con voz aguardientosa, un tanto nasal, que cantaba o la menos eso intentaba.   ¡Suerte que las canciones no duran más de 5 minutos! 
Llegué al restaurante "rayando", un safe por así decirlo. Pronto dime cuenta que el safe era una exageración con lo impuntuales que son mi padre y mi abuelo. En fin, estuve 15 minutos esperando a que llegaran, tiempo que ocupé leyendo y excusándome con el dueño y la mesera del local.
 "Buenas tardes ¿Carta o buffet?", me saludó la mesera con esa pronunciación inconfundible. "Buenas tardes", contesté sonriendo, "Va a ser buffet, pero estoy esperando a dos personas..." "Esta bien", y se alejó la mesera.
Al cabo de un minuto se acercó el dueño extrañado por verme leer no teniendo nada en la mesa, ni siquiera un refresco, "¿Carta o buffet? ¿De beber?", me preguntó con el mismo acento que la mesera. "Va a ser buffet, pero estoy esperando a dos personas, gracias" dije. "¡Ah!" asintió el dueño dando media vuelta. 
Pasaron 5 minutos y de nuevo la mesera me abordó "¿Buffet, verdad? Si gusta puede pasar a servirse" "Estoy esperando a alguien, de verdad, y si, si va a ser buffet" ¬¬ 
-Vaya que los chinos son insistentes- me dije
.....
Terminé de comer, miré el reloj ¡Tarde, como siempre se me había hecho tarde! Pero no pude correr, simplemente la tarde estaba deliciosa y se me antojaba más caminar. Me sentía feliz -muy lleno también-, embriagado por el sol y el calor de la tarde.
Entré presuroso al metro, al último vagón: lo que sería la mocha  en un tren. Alcancé asiento y ,perdonen la expresión, me desparramé en él. Fue entonces cuando me sucedió algo extraño: vi esas manos  "broniceas"  agarrando aquel cigarro, provocativas, invitando a mi imaginación a desvariar. Mi mente de nuevo osaba perderse en fantasías...¡Basta! me dije 
En cuanto llegamos a Copilco me bajé corriendo y subí las escaleras tan rápido como pude. Me detuve... hacía tiempo que no me bajaba en esta estación -casi olvidé en estos meses porqué es tan importante-. Sumergido estaba en un recuerdo: tenía que llegar a las 4, y de paso comprar unas papas de carrito con la "Educada Vendedora" (yo sólo me entiendo) para que no se me hicieran pesados los cursos; pronto vería a Gerardo, a Rodrigo, a Ere, a mamá Diana. ¡¿Que?! Recobré  el sentido en ese momento, había estado debrayando; sabía que yo ya no tenía cursos ahí, y que el motivo de mi presencia era solo saludar a mis antiguos compañeros.

Saliendo del metro no tuve más remedio que correr por las calles que llevan a CU: tenía 4 minutos para llegar a la facultad de química. Corrí un poco desesperado, queriendo llegar a tiempo....Pero sabía que ni el tiempo es arbitrario como para dilatarse ante mis necesidades, ni yo así de rápido. 
No llegué a la hora que quería: no había nadie afuera; aunque por extrañas coincidencias a Gerardo se le había hecho tarde y me lo encontré. Pudimos platicar y reir inclusive por unos minutos, me dio mucho gusto  verlo.

Resultó que David no iba a llegar ese día y que Rodrigo se había ido de viaje. #FAIL


Me enteré gracias a Gerardo de dos cosas importantes: que David posiblemente se convierta en el Toche del año siguiente y que el viernes es la premiación de los seleccionados del Distrito (intentaré ir, pero tengo curso, tal vez les caiga como a las 11 para irnos por una pizzas a Copilco).

Vagabundee un rato por la facultad de Química, recordando viejos tiempos.
" Sé como me siento, me siento como fuí, como seré, y por último, como soy; en ese mismo orden. No puedo creer como uno se aferra así al pasado y lo vive una y otra vez. Es en nuestra mente donde revivimos el pasado y los buenos momentos; aunque también es en la mente donde nos proyectamos a futuro e imaginamos los buenos  momentos. ¿Cuál es la diferencia entre imaginar y recordar? Son diferentes, y su origen es distinto...pero a veces me parece que la linea que las separa se difumina. ¡Vivimos imaginando, absortos por completo!  -me siento irreal y fantaseado-

 No se a que quiero llegar con esto, estoy confundido. Me gusta lo que estoy viviendo, pero el pasado se me antojaba increíble, lo idealizo, lo veo como una época dorada. Cuanto extraño ese pasado nerdo, cuanto extraño ese pasado infantil, ¡cuanto extraño todo! 
Por otra parte, el futuro nos invita a probar cosas nuevas, cosas que podrían ser mejores -peores de igual forma, pero solemos olvidarnos de esa parte-. Es esa incertidumbre provocativa, que se ve muy afectada por nuestras acciones; representa la  posibilidad de ser lo que queramos.

¿Y el presente? El presente está constantemente cambiando,  es el más efímero de los tres tiempos, y sin embargo, es el más importante ya que da origen a los otros dos por separado, es quien los divide."
....

"Creo que es hora de regresar a casa" díjeme



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