miércoles, 8 de junio de 2011

La Necesidad de Hacerse Nuevas Preguntas sobre la Relación Tecnocientífica de México con los Estados Unidos de América

La construcción de la ciencia es un proceso social muy complicado a nivel  mundial que no sólo involucra las fases de producción, sino también las de difusión. Actualmente los estudios sobre la ciencia y la tecnología, se encuentran poco desarrollados y, en general, sólo enfocados en los mecanismos de generación de conocimientos teóricos y experimentales. El problema de este enfoque yace en el supuesto principal que involucra: la idea de una ciencia moderna que, como producto terminado, se fundió sin mayores “distorsiones” a partir de un centro; y en la marginación del intercambio tecnocientífico horizontal Norte-Sur. En otras palabras, los procesos de difusión, así como los de adaptación, son puestos en segundo plano, dejando un hueco crítico en el entendimiento del desarrollo de la ciencia y de las relaciones internacionales.
El objetivo de este ensayo es estudiar la necesidad de hacerse nuevas preguntas sobre la relación tecnocientífica de México con los Estados Unidos de América, tratando de rescatar la importancia de los procesos de difusión y adaptación de la ciencia, y proponer un análisis más profundo sobre los fines geopolíticos de la expansión de la ciencia occidental. Los artículos La política interamericana de Roosevelt: George D. Birkhoff y la inclusión de America Latina en las redes matemáticas internacionales de Eduardo L. Ortiz y Lo que aún no sabemos del intercambio tecnocientífico entre Sur y Norte. Nortecentrismo, difusión científica y estudios sociales de la ciencia de Alexis de Greiff y Mauricio Nieto fueron usados como fuentes principales de información y como base de análisis.
En 1933 ante la inminente conflagración en Europa,  así como la consolidación del fascismo, el presidente norteamericano, Franklin D. Roosevelt, dio a conocer su nueva política conocida como de la buena vecindad, o del buen vecino. Con esto buscaba estrechar los lazos con los países latinoamericanos, buscar su apoyo en la posible guerra y conocer la situación económica, política y científica de los países. Desde entonces, la ciencia y la tecnología adquirieron un papel prominente como instrumentos de penetración ideológica y control político.
El presidente Roosevelt, impulsó programas de cooperación científica y tecnológica en diversos campos, en especial en el campo y en comunicaciones. Además, creó dos comités: el Interdepartamental Committee on Scientific and Cultural Cooperation y Office of the Coordinator of Inter-American Affairs, con el fin de coordinar sus esfuerzos, e incluyó visitas de científicos estadounidenses, y el otorgamiento de becas por parte de las fundaciones filantrópicas Guggenheim y Rockefeller. En el caso de  México, el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT por sus siglas en inglés) sería clave en la formación de profesionales y científicos mexicanos gracias a las becas, al igual que sería clave tanto la visita de Birkhoff como las relaciones de Shapley y de Henry Allen Moe con científicos mexicanos. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos dejó de enfocarse en América Latina para ampliar sus programas a una escala global; la finalidad era la construcción de una hegemonía.
Durante la Guerra Fría, y con la necesidad de la URSS y de EE. UU. de aumentar su influencia, una serie de discursos políticos fueron creados para fundamentar los programas de apoyo técnico y científico, y el control y la vigilancia del desarrollo de otras naciones se convirtieron en prácticas de vital importancia. A partir de 1945, y sobretodo, con la estructuración de la ONU y sus agencias especializadas, se empezaron a dictar modelos económicos y políticos que los demás países debían de seguir para alcanzar el desarrollo. Además, es importante recalcar que con el establecimiento de modelos de desarrollo, al igual, que con el apoyo por parte de los países desarrollados sólo a ciertas áreas con los programas técnicos y científicos,  se buscó controlar y dirigir el crecimiento de los países en vías de desarrollo.
Aún cuando la ciencia en su momento respaldó y sustentó muchos programas a nivel mundial de desarrollo, estos fracasaron en su implementación. Su fracaso se debió fundamentalmente, a la poca o nula consideración de las circunstancias particulares de las naciones
Esta visión nortecentrista sigue presente y se refleja en que la mayoría de los trabajos y de las investigaciones sobre el intercambio tecnocientífico han sido realizados a partir de las experiencias y punto de vista de los países desarrollados, es decir, se refleja en la visión parcial de los procesos de difusión de la ciencia.  Falta el conocimiento de las reacciones y de los procesos de adaptación de los países en vías de desarrollo. ¿Cómo fueron recibidos los programas y los modelos de progreso? ¿Qué facilidades o dificultades encontraron? ¿Cuál fue su impacto momentáneo y final? 
México por su proximidad con EE. UU. ha sido uno de los países más influenciados por la política estadounidense; las relaciones económicas, científicas y políticas que existen entre ambos países  son amplias y vitales (sobretodo para México). De aquí la importancia de entender mejor la relación tecnocientífica y su evolución a través del tiempo. Además hace falta preguntarse y reflexionar sobre el fracaso del desarrollo en México, ya que: ¿Porqué se fracasó al implementar los programas de desarrollo? ¿Realmente es un fracaso? ¿Que relación tienen estos programas de desarrollo con la dependencia económica hacia EE. UU.? 
Primeramente, en cuanto  a las relaciones tecnocientíficas, se cree erróneamente que sólo los países del Norte han intervenido más en la construcción de la ciencia moderna, y que los países del Sur han sido agentes pasivos. México es una muestra de este error, ya que no solamente ha dado grandes científicos, sino que ha jugado un papel prominente en la expansión de la ciencia en América Latina. 
La revolución verde nos puede servir para ver que la implementación de técnicas y prácticas se enfrenta con obstáculos, ya sean políticos, sociales (costumbres y tradiciones), y técnicos (falta de desarrollo en infraestructuras). En México, la revolución verde se enfrentó con la organización ejidal y la falta de financiación del campo, ya que hay que recordar que los programas de agricultura extensiva propuestos por la ONU requerían de grandes extensiones de tierra y de una inversión fuerte en maquinaria, fertilizantes, etc; también, la ganadería se enfrentó a esta organización. Hace falta saber cual fue el impacto ambiental de los programas: la tala de bosques, la disminución de la biodiversidad, la erosión de suelos debido al monocultivo; y el impacto social: la reestructuración de las formas de producción, la emigración del campo, la dependencia económica por los fertilizantes y por el conocimiento de los expertos, el debate entre facciones políticas y agrupaciones de trabajadores por el mantenimiento del ejido, etc.
Algo interesante en México es el olvido de una forma de agricultura tradicional, la chinampa, que resultaba efectiva en ciertas zonas del centro y del sur del país; y que ahora está siendo rescatada como una forma endémica de conocimiento que responde mejor. La herbolaria tradicional es otro ejemplo de conocimiento endémico que frenó (y se podría decir que sigue frenando aunque en menor medida) la expansión de la medicina occidental, ya que se presenta como una alternativa efectiva para enfermedades y dolencias menores. Esta evolución y diferencia constante entre los programas recomendados por organismos internacionales con los programas realizados por el gobierno Mexicano y con las costumbres mexicanas,  son una marco de referencia para entender el rumbo que ha tomado el país, así como explicar la problemática actual. Deseo hacer notar que los conflictos entre los conocimientos endémicos y los propuestos por la ciencia occidental finalmente enriquecen intelectualmente a las sociedades y que en buena medida pueden ser entrelazados. Además, se necesita estudiar más a fondo las relaciones entre instituciones y científicos norteamericanos y mexicanos: cómo han moldeado el desarrollo científico de ambos países, y cuál ha sido su impacto en los planes educativos, al igual que en la formación de los institutos de investigación.
Las relaciones tecnocientíficas entre Norteamérica y México, y en general, del Norte con el Sur, es un campo muy fértil de investigación que además resultaría muy útil para la aplicación de programas futuros de cooperación internacional y reflexionar sobre el camino tomado. 
Los Estados Unidos, al igual que otras naciones del norte, ha usado en gran medida a la ciencia y al discurso del desarrollo como herramientas para lograr sus fines geopolíticos, y construir una hegemonía  mundial o local. Pero realmente: ¿Qué es el desarrollo? Sólo podemos decir que el concepto de desarrollo ha sido impuesto, por unas pocas naciones, estratégicamente para controlar a las demás regiones; e inclusive: ¿Quién nos asegura que nuestro modelo de desarrollo sólo trae cambios positivos o es el correcto?  Gilbert Rist, profesor Suizo, escribió sobre el desarrollo y lo definió de la siguiente manera:
El desarrollo es una certidumbre colectiva, una verdad dogmática que no es debatible, y en consecuencia, una fuerza coercitiva.
Necesitamos reflexionar: los modelos de desarrollo que no toman en cuenta las condiciones de los países están destinadas al fracaso, otras formas de conocimiento necesitan ser incorporadas a la ciencia moderna, conceptos como el progreso, el desarrollo y el fracaso  deben de dejar de ser tratadas como ideas fijas y naturales, y empezar a ser vistas como ideas pactadas que evolucionan con el tiempo.

Ensayo (segundo final de Historia)

Este ensayo tiene como fin encontrar en qué se relacionan los artículos: La política interamericana de Roosevelt: George D. Birkhoff y la inclusión de America Latina en las redes matemáticas internacionales de Eduardo L. Ortiz, y Lo que aún no sabemos del intercambio tecnocientífico entre Sur y Norte. Nortecentrismo, difusión científica y estudios sociales de la ciencia de Alexis de Greiff y Mauricio Nieto.  Primero se analizará la situación actual de los estudios sociales de la ciencia  y  la necesidad de ampliar el estudio de las relaciones Norte-Sur, usando principalmente el ensayo de Alexis de Greiff y Mauricio Nieto, para luego estudiar un caso específico del intercambio tecnocientífico entre Estados Unidos de América y América Latina, utilizando el artículo de Ortiz. 
En el campo de los estudios sociales de la ciencia, como menciona el ensayo de Greiff y Nieto, existen muy pocas investigaciones que traten sobre las relaciones, científicas y tecnológicas, asimétricas entre Sur y Norte, y sobre los procesos de occidentalización de la ciencia, es decir, sobre los mecanismos de difusión de la ciencia occidental. 
Se ha marginado el estudio de la difusión de la ciencia dándole prioridad al estudio de su producción intelectual y experimental, lo que representa un espacio sin cubrir, en el entendimiento de la ciencia como práctica política y social; considerando que “La expansión de la ciencia occidental no puede ser explicada en términos epistemológicos o por el rigor de sus métodos; por el contrario, su estatus es consecuencia de su expansión”. Además, se ha supuesto que “la ciencia moderna es un producto terminado que se funde sin mayores distorsiones a partir de un centro”(centros como Europa, EE. UU.). 
Para poder entender la evolución de la ciencia moderna es necesario dejar atrás estos supuestos, ya que sí hubo y hay procesos de asimilación que son la contraparte de los procesos de difusión. En cuanto al intercambio tecnocientífico entre Norte y Sur, los estudios sociales han tratado en su mayoría a este intercambio como una relación unidireccional que va de Norte a Sur, encasillando el papel de las naciones del Sur en mera pasividad. Bien es cierto que la producción científica mayoritariamente es en el norte, pero sería un error considerar que en la ciencia sólo interviene su génesis. Esta visión nortecentrista se puede explicar como un producto histórico-social que relaciona mecanismos de expansión, dominación e institucionalización.
Antes de la Segunda Guerra Mundial, EE. UU.  comenzó a buscar la manera de expandir su influencia política, económica y cultural a otras partes del mundo; pero con el inicio de la guerra, su área de acción se vio fuertemente limitada, por lo que se centró en estrechar lazos con las naciones latinoamericanas, así como estar al tanto de sus sucesos políticos, económicos y científicos. La cooperación internacional en ciencia y tecnología sería una de las herramientas geopolíticas que usaría EE. UU.
El gobierno norteamericano se valió de varios mecanismos: las becas otorgadas por fundaciones filantrópicas como la Rockefeller y la Guggenheim, el apoyo económico y técnico en ciertas áreas (ya sea dado por el mismo gobierno o por alguna universidad), y las visitas de científicos estadounidenses.
En cuanto a las becas de las fundaciones Rockefeller y Guggenheim, estas le fueron útiles ya que sentaron las primeras conexiones entre investigadores, laboratorios y universidades, es decir, construyeron las bases para el intercambio tecnocientífico. Además, al decidir que  programas y áreas apoyar económicamente o técnicamente, empezó a impactar en la dirección del desarrollo científico y tecnológico de los países
Dos universidades que apoyaron programas de cooperación científica fueron: la Universidad de Harvard, encabezada por Harlow Shapley, que apoyó la creación de una cadena de observatorio s sudamericanos equipándolos (en retribución, los datos recolectados le serían enviados para el análisis); y el Instituto Tecnológico de Massachusetts, mejor conocido como MIT, que jugó un papel notable en la formación de los científicos mexicanos.
Una de las visitas más importantes fue la de David Birkhoff, realizada en el año de 1942 y que incluyó a México, Perú, Chile, Argentina, y Uruguay. Dicha visita tenía como objetivos: conocer el desarrollo de las matemáticas en esas naciones, y servir como propaganda del gobierno norteamericano.  La visita de Birkhoff no sólo fue crucial por cumplir con los objetivos antes mencionados,  sino, por ser un claro ejemplo de los procesos de difusión de la ciencia: Birkhoff presentó e impulsó el desarrollo de su teoría alterna a la relatividad, inició el interés latinoamericano en filosofía y lógica matemática, e intentó alentar y orientar el trabajo de investigadores latinoamericanos. Sin embargo, Birkhoff no fue recibido de la misma forma en todos los países, por ejemplo, en México no encontró tanto interés, mientras que en Perú sí; el buen recibimiento en Perú se debía en parte a que el rector de la Universidad de Lima, Godofredo García, consideraba a Birkhoff un contacto clave para poder emprender un viaje a EE. UU. y exponer sobre sus investigaciones. Los países de Latinoamérica a partir de la visita desarrollaron la teoría de Birkhoff (la cual no tuvo muchos seguidores a nivel mundial), los mexicanos Carlos Graef y Antonio Barajas se encargaron sobretodo de su desarrollo.  
Es importante mencionar que el proceso de inclusión de América Latina en la ciencia occidental tuvo sus orígenes antes de la Segunda Guerra Mundial, con los vínculos entre investigadores europeos y latinoamericanos. Este proceso creció con la inmigración de científicos europeos que huían del fascismo en Europa. 
El intercambio tecnocientífico estadounidense, impulsado por los programas de apoyo técnico  y económico, tuvo una finalidad geopolítica: controlar a América Latina y evitar la influencia alemana. Además, en los años siguientes entraría el discurso del desarrollo, con el cual intentaría dirigir el rumbo de los países del tercer mundo en muchos aspectos, pero en especial en el desarrollo tecnológico y científico. En pocas palabras, un discurso destinado a reafirmar el estatus de EE. UU. como autoridad política, económica y científica. Los procesos de asimilación no fueron uniformes como suele creerse o manejarse, muchos de ellos fueron procesos de resistencia que llevaron al fracaso programas estadounidenses y de la ONU.
Finalmente, durante la Guerra Fría, América Latina sufriría con mayor fuerza los embates de los programas geopolíticos, hechos que apoyan la postura de Greiff y Nieto: 

El conocimiento científico y la tecnología son inseparables del ejercicio de la autoridad, del control y de la dominación.

Ensayo: "El papel de Suiza en la internacionalización de la ciencia"

El fin de este ensayo es responder a las preguntas “¿Cuál fue el papel de Suiza en la internacionalización de la ciencia?” y “¿Cuál fue el uso que le dio a la neutralidad?” usando el artículo Coproduction of Neutral Science and Neutral State in Cold War Europe: Switzerland and International Scientific Cooperation, 1951-69 de Bruno J. Strasser cómo base de análisis. Primero se verá las condiciones de Suiza, y en general, de toda Europa después de la Segunda Guerra Mundial, así como de la ciencia europea. Luego se abordarán los proyectos internacionales científicos que Suiza emprendió, enfocándonos en el uso político que les dio con miras a reafirmar su neutralidad y la neutralidad de la ciencia.
Después de la Segunda Guerra Mundial, la situación económica era muy complicada por los daños causados por la guerra, por lo que la ciencia en el  viejo continente se vio paralizada, en especial en campos donde se requerían instalaciones e instrumentos de alto costo, que los países individualmente no podían sufragar. En lo político, con el fin de la guerra, Europa (y finalmente el mundo) se polarizó en dos grandes bloques: Oeste y Este
; ante  la polarización, los países neutrales surgieron cómo un tercer grupo minoritario, del cual Suiza era el mayor representante.  
La política neutral de Suiza fue muy criticada recién finalizada la Segunda Guerra Mundial, ya que se le veía cómo una política oportunista que le permitía mantener el intercambio económico durante las conflagraciones, y que propiciaba la falta de responsabilidad y participación internacional. En los años consecutivos Suiza apoyaría ciertos programas científicos, culturales y sociales para mejorar la imagen de la “neutralidad”, reafirmar su identidad nacional y posicionarse en el ámbito internacional. 
Primeramente, era necesario la construcción de una identidad nacional debido a la diversidad poblacional e idiomática de Suiza (muchas veces los habitantes de un cantón tenían más en común con el país vecino que con sus connacionales). Max Petitpierre, ministro de asuntos exteriores (1944-1961) y presidente de la Confederación Suiza (1950-1965), impulsaría la neutralidad y la solidaridad como características comunes de los habitantes suizos; para ello usó a la ciencia, basándose en su supuesta neutralidad, universalidad y objetividad. También impulsó políticas de solidaridad (como Cruz Roja) esperando combatir la idea del aislamiento presuntamente inducido por la neutralidad.
Suiza, aún siendo un país pequeño y de poca relevancia en el ámbito científico, buscó posicionarse en la política internacional, así como en ciencia y tecnología; Petitpierre sería clave, siendo el promotor de proyectos en tres distintas áreas de la ciencia: física de nuclear, CERN; investigación espacial, ESRO;  e investigación molecular, EMBL.
En 1949 se llevó a cabo la Conferencia Cultural Europea en Lausanne, Suiza,  en la cual se llegó a la resolución de que se iba a estudiar la creación de un “Centro Europeo de Investigación Atómica”. Petitpierre, siendo ministro de asuntos exteriores creyó pertinente que Suiza apoyara la creación de este centro; era una excelente oportunidad para posicionar a Suiza y que su política de neutralidad influyera   en la cooperación europea. La física atómica era el epítome de desarrollo justo al acabar la Segunda Guerra Mundial, el problema residía en su estrecha relación con las armas nucleares. Una pila nuclear podía tener aplicaciones bélicas, aplicaciones que iban en contra de la política Suiza, en cambio, un ciclotrón estaba mucho más relacionado con la medicina y con las investigaciones civiles, Suiza sólo tenía que asegurar que el programa se centrara sólo en proyectos de este estilo.
En 1953 se celebró en Ginebra una conferencia, en la que se pactó la creación del CERN. Suiza presionó por la necesidad de desmilitarización y despolitización de la ciencia para asegurar los objetivos del CERN, y propuso la ciudad de Ginebra como cede del nuevo laboratorio con ciertas condiciones: apertura a todas las naciones, incluyendo a los países del este, que las investigaciones fueran públicas, y que las investigaciones tuvieran fines civiles y puramente científicos. En pocas palabras, con estas condiciones aseguraba que el proyecto fuera afín a su política de neutralidad y solidaridad. Las condiciones suizas fueron muy bien aceptadas entre la sociedad científica, por lo que las apoyaron.  Finalmente, el CERN fue construido en Ginebra, reafirmando la neutralidad de Suiza y de la ciencia. 
Para la creación del ESRO (así como del ELDO), fueron necesarios dos eventos: el lanzamiento del Sputnik (1957), y la creación de la NASA (1958).  Era cuestión de tiempo para que Europa también iniciara sus investigaciones espaciales, así que Suiza tuvo que moverse rápidamente para evitar la intromisión de la OTAN y desempeñar un papel líder en la creación de un organismo internacional para la investigación espacial. Pero otra vez, las posibles aplicaciones bélicas (cohetes y lanzadores) podían comprometer la participación suiza. Suiza una vez más tenía que hallar la forma de participar en los proyectos internacionales sin dejar de ser congruente con su política de neutralidad. 
En 1962 son creados ESROy ELDO como resultado de las presiones de los países neutrales (Austria, Suiza, Suecia, entre otros) en separar la investigación espacial y asegurar una organización con fines completamente científicos y civiles. ESRO sería la organización relacionada con los satélites, identificados con un uso civil, a la cual pertenecieron la mayoría de los países, incluyendo a los neutrales; mientras que la ELDO sería la de los cohetes y lanzadores, y en la cual naciones como Suiza, Austria, Suecia, así como países pequeños, no participaban.
La creación del ESRO y la participación en él fueron utilizados al máximo para reafirmar la identidad nacional, ya que se le hizo una gran propaganda dentro de Suiza, además, en el desarrollo de satélites iban a ser necesarios instrumentos muy finos, instrumentos cuya producción necesitaría de la participación de la industria relojera suiza, una industria nacional.
En los campos de la biología molecular no se habían tenido ni proyectos ni discusiones importantes relacionados con la creación de un organismo internacional. Pero para Suiza de nuevo representaba una oportunidad para encabezar un proyecto de cooperación internacional en ciencia y para asegurar la despolitización de las investigaciones moleculares.  Lo interesante es que al presentar el proyecto, lo  hizo con condiciones distintas a las que había usado las veces anteriores: ahora se negaba a aceptar la participación de los países del este
A pesar de que la biología molecular desde los 60 había mostrado tener usos bélicos, sus usos no eran tan evidentes, por lo que Suiza se preocupó principalmente en asegurar que las investigaciones fueran abiertas y evitar la participación de la OTAN. El apoyo de los demás países no fue importante en comparación con la cooperación en los otros proyectos emprendidos, pero aún así Suiza consiguió la creación del EMBL.
En los tres proyectos (CERN, ESRO, EMBL) Suiza utilizó un concepto distinto de neutralidad, es decir, Suiza fue reinventando y adaptando la neutralidad según el contexto: al principio de la posguerra buscó no tener inclinación por los países del Este ni por los del Oeste, es más, se negó a participar en el Consejo Europeo; en cambio, más tarde, se inclinó por los países europeos del Oeste. Algo que siempre mantuvo constante en su identificación de lo neutral, es la política de apertura, la cual tuvo una fuerte influencia en los proyectos internacionales que apoyó Suiza.
La neutralidad Suiza a lo largo de la posguerra la define Strasser como: El equilibrio entre la necesidad de participar activamente en las relaciones internacionales y la abstención de todo tipo de alianza política. La política de neutralidad fue usada principalmente: para la construcción de una identidad nacional,  y la identificación de la ciencia con lo neutral y con la cooperación internacional (por la también invocada solidaridad).
Habrá que recordar que recordar que antes de la Segunda Guerra Mundial, la cooperación internacional y el intercambio científico se realizaba entre investigadores; y que es con el fin de la guerra que la institucionalización de la ciencia comienza a gestarse con la creación de organismos internacionales  como la ONU, y  la creación de las agencias especializadas (FAO, OMS, UNESCO, etc). Suiza al buscar su posicionamiento en la nueva política global y querer presentar su neutralidad, ya sea participando sólo en las agencias que consideraba apolíticas, o encabezando y apoyando proyectos internacionales de cooperación científica, le dio un gran impulso a la internacionalización de la ciencia: el CERN y el EMBL han ganado Premios Nobel, en especial el CERN es el laboratorio de altas energías más importante con la participación de países de otros continentes. Pero lo que fue clave en la internacionalización de la ciencia yacía en la identificación que Suiza hizo de lo neutral con lo abierto, que terminó traduciéndose a que la ciencia debía de ser abierta para todos y compartida.