Este ensayo tiene como fin encontrar en qué se relacionan los artículos: La política interamericana de Roosevelt: George D. Birkhoff y la inclusión de America Latina en las redes matemáticas internacionales de Eduardo L. Ortiz, y Lo que aún no sabemos del intercambio tecnocientífico entre Sur y Norte. Nortecentrismo, difusión científica y estudios sociales de la ciencia de Alexis de Greiff y Mauricio Nieto. Primero se analizará la situación actual de los estudios sociales de la ciencia y la necesidad de ampliar el estudio de las relaciones Norte-Sur, usando principalmente el ensayo de Alexis de Greiff y Mauricio Nieto, para luego estudiar un caso específico del intercambio tecnocientífico entre Estados Unidos de América y América Latina, utilizando el artículo de Ortiz.
En el campo de los estudios sociales de la ciencia, como menciona el ensayo de Greiff y Nieto, existen muy pocas investigaciones que traten sobre las relaciones, científicas y tecnológicas, asimétricas entre Sur y Norte, y sobre los procesos de occidentalización de la ciencia, es decir, sobre los mecanismos de difusión de la ciencia occidental.
Se ha marginado el estudio de la difusión de la ciencia dándole prioridad al estudio de su producción intelectual y experimental, lo que representa un espacio sin cubrir, en el entendimiento de la ciencia como práctica política y social; considerando que “La expansión de la ciencia occidental no puede ser explicada en términos epistemológicos o por el rigor de sus métodos; por el contrario, su estatus es consecuencia de su expansión”. Además, se ha supuesto que “la ciencia moderna es un producto terminado que se funde sin mayores distorsiones a partir de un centro”(centros como Europa, EE. UU.).
Para poder entender la evolución de la ciencia moderna es necesario dejar atrás estos supuestos, ya que sí hubo y hay procesos de asimilación que son la contraparte de los procesos de difusión. En cuanto al intercambio tecnocientífico entre Norte y Sur, los estudios sociales han tratado en su mayoría a este intercambio como una relación unidireccional que va de Norte a Sur, encasillando el papel de las naciones del Sur en mera pasividad. Bien es cierto que la producción científica mayoritariamente es en el norte, pero sería un error considerar que en la ciencia sólo interviene su génesis. Esta visión nortecentrista se puede explicar como un producto histórico-social que relaciona mecanismos de expansión, dominación e institucionalización.
Antes de la Segunda Guerra Mundial, EE. UU. comenzó a buscar la manera de expandir su influencia política, económica y cultural a otras partes del mundo; pero con el inicio de la guerra, su área de acción se vio fuertemente limitada, por lo que se centró en estrechar lazos con las naciones latinoamericanas, así como estar al tanto de sus sucesos políticos, económicos y científicos. La cooperación internacional en ciencia y tecnología sería una de las herramientas geopolíticas que usaría EE. UU.
El gobierno norteamericano se valió de varios mecanismos: las becas otorgadas por fundaciones filantrópicas como la Rockefeller y la Guggenheim, el apoyo económico y técnico en ciertas áreas (ya sea dado por el mismo gobierno o por alguna universidad), y las visitas de científicos estadounidenses.
En cuanto a las becas de las fundaciones Rockefeller y Guggenheim, estas le fueron útiles ya que sentaron las primeras conexiones entre investigadores, laboratorios y universidades, es decir, construyeron las bases para el intercambio tecnocientífico. Además, al decidir que programas y áreas apoyar económicamente o técnicamente, empezó a impactar en la dirección del desarrollo científico y tecnológico de los países.
Dos universidades que apoyaron programas de cooperación científica fueron: la Universidad de Harvard, encabezada por Harlow Shapley, que apoyó la creación de una cadena de observatorio s sudamericanos equipándolos (en retribución, los datos recolectados le serían enviados para el análisis); y el Instituto Tecnológico de Massachusetts, mejor conocido como MIT, que jugó un papel notable en la formación de los científicos mexicanos.
Una de las visitas más importantes fue la de David Birkhoff, realizada en el año de 1942 y que incluyó a México, Perú, Chile, Argentina, y Uruguay. Dicha visita tenía como objetivos: conocer el desarrollo de las matemáticas en esas naciones, y servir como propaganda del gobierno norteamericano. La visita de Birkhoff no sólo fue crucial por cumplir con los objetivos antes mencionados, sino, por ser un claro ejemplo de los procesos de difusión de la ciencia: Birkhoff presentó e impulsó el desarrollo de su teoría alterna a la relatividad, inició el interés latinoamericano en filosofía y lógica matemática, e intentó alentar y orientar el trabajo de investigadores latinoamericanos. Sin embargo, Birkhoff no fue recibido de la misma forma en todos los países, por ejemplo, en México no encontró tanto interés, mientras que en Perú sí; el buen recibimiento en Perú se debía en parte a que el rector de la Universidad de Lima, Godofredo García, consideraba a Birkhoff un contacto clave para poder emprender un viaje a EE. UU. y exponer sobre sus investigaciones. Los países de Latinoamérica a partir de la visita desarrollaron la teoría de Birkhoff (la cual no tuvo muchos seguidores a nivel mundial), los mexicanos Carlos Graef y Antonio Barajas se encargaron sobretodo de su desarrollo.
Es importante mencionar que el proceso de inclusión de América Latina en la ciencia occidental tuvo sus orígenes antes de la Segunda Guerra Mundial, con los vínculos entre investigadores europeos y latinoamericanos. Este proceso creció con la inmigración de científicos europeos que huían del fascismo en Europa.
El intercambio tecnocientífico estadounidense, impulsado por los programas de apoyo técnico y económico, tuvo una finalidad geopolítica: controlar a América Latina y evitar la influencia alemana. Además, en los años siguientes entraría el discurso del desarrollo, con el cual intentaría dirigir el rumbo de los países del tercer mundo en muchos aspectos, pero en especial en el desarrollo tecnológico y científico. En pocas palabras, un discurso destinado a reafirmar el estatus de EE. UU. como autoridad política, económica y científica. Los procesos de asimilación no fueron uniformes como suele creerse o manejarse, muchos de ellos fueron procesos de resistencia que llevaron al fracaso programas estadounidenses y de la ONU.
Finalmente, durante la Guerra Fría, América Latina sufriría con mayor fuerza los embates de los programas geopolíticos, hechos que apoyan la postura de Greiff y Nieto:
El conocimiento científico y la tecnología son inseparables del ejercicio de la autoridad, del control y de la dominación.
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