La mosquita de la fruta es un huesped más en la casa: habita en la cocina, particularmente junto a la estufa y encima del microondas (desconozco a qué se deba la correlación entre los lugares). Descansa regularmente sobre los plátanos, aunque es posible verla encima de la bolsa del pan, y esporádicamente en el mango de algún sartén.
Es sumamente inofensiva y de carácter flemático, pareciera meditar sus movimientos con cautela y seguridad. Quizá es su templanza la que me molesta tanto, pareciera una afrenta directa a quien entra a la cocina.
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